En Psicología, la resiliencia es la capacidad de las personas para
sobreponerse a situaciones complicadas (enfermedad, desempleo) o a problemas
emocionales (ansiedad, depresión).
Ser resiliente, no significa no sentir malestar, dolor o dificultad ante
los contratiempos, sino ser capaz de, pese a los contratiempos, seguir para
adelante con tus tareas, luchar y no
perder la esperanza de alcanzar sus metas.
Las personas resilientes poseen
estas características principales: saben aceptar la realidad tal
como es sin resignarse por ello a conseguir sus objetivos, piensan que la vida
tiene sentido, tiene mucha constancia y una inquebrantable capacidad de
mejorar.
También cabe mencionar que la
resiliencia ni es una fortaleza biológica innata, ni se adquiere como una parte
del desarrollo natural de las personas, sino que es una competencia que se
desarrolla a base de haber tenido experiencias problemáticas y haberlas afrontado,
es decir, se desarrolla por aprendizaje basado en experiencias, siendo un
aprendizaje que cada vez te hace más fuerte y con mayor capacidad de
sobrellevar las frustraciones.
Para conseguir tener resiliencia son importantes las siguientes cuestiones:
- Ser capaces de reflexionar sobre los problemas e identificar de manera
precisa las causas de los problemas, para lograr solucionarlos.
- Desarrollar autocontrol emocional.
- Reflexionar sobre uno mismo, es importante saber que fortalezas y
recursos tenemos para llevar las adversidades.
- Confiar en nosotros mismo y tener buena autoestima.
- Ser empáticos, saber ponerse en la piel de los demás para conectar con
ellos.
- Capaces de saber ver los obstáculos como retos u oportunidades de
mejorar como persona o como profesional.
- Ser capaz de desconectar en los momentos que se puede para recuperar
fuerzas.
- Intenta conservar el sentido del humor.
Ya sabéis es algo que hay que desarrollar y entrenar y que da muy buenos
resultados a corto y largo plazo, como conseguir un mayor bienestar, conseguir
menos nivel de ansiedad y ver la vida más optimista entre otras, así que os
ánimo a practicarla y como ejemplo de lo comentado en este artículo os voy a
poner una metáfora.
-Metáfora del huevo, la zanahoria y el café:
Un hijo estaba muy angustiado porque tenía la sensación que las cosas le
iban cada vez peor, sintiéndose en un callejón sin salida y esto se lo dijo a
su madre.
La madre, que percibía la angustia que pasaba su hijo, le miró sonriente
y cogió tres cazuelas. En cada una de ellas puso agua; en una metió unos huevos,
en otra unas zanahorias, y en la tercera unos cuantos granos de café. A
continuación puso las ollas al fuego.
Pasaron unos veinte minutos de cocción, la madre le pregunta a su hijo “¿qué
ves?”. El hijo no sabe eso a que viene y
le contesta “¿Qué quieres que vea? No te interesa nada lo que me pasa porque
cuando te lo digo te pones a cocer huevos, zanahorias y hacer un café”. La
madre imperturbable, le invitó a tocar los tres ingredientes después de haber
cocido y le contesta al hijo “los huevos
eran frágiles antes de la cocción, delante de la adversidad (calentamiento y
cocción) se habían vuelto duros.
Las zanahorias, que eran duras antes de la cocción, con el fuego, se
habían vuelto blandas. Por el contrario el café, cuando ha estado sometido al calor
de cocción, mantiene su textura y ha sido capaz de trasformar el entorno: el
café ha trasformado al agua.
Entonces le dice la madre “¿qué quieres ser tu delante de las
adversidades?, ¡ojalá seas como el café! Que cuando tengas adversidades, seas
capaz de hacerte fuerte, sin dejarte vencer, ni aislarte, te rehagas y seas
capaz de luchar por cambiar las cosas personales y las injusticias de tu propio
entorno.
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